O también "Leo, el ayoub, el saidi y la acumulación de chismes".
No es una novedad para cualquier lectora habitual que no me gustan mucho los accesorios. Veamos:
-El velo es bonito pero no me parecen necesarios los excesos. Una pieza de velo en un espectáculo basta y sobra.
-El doble velo no es el doble de bonito que el velo.
-El bastón sólo tiene sentido si se es capaz de bailarlo con la expresividad adecuada. Es el accesorio de una caracterización determinada.
-Las velitas son aburridísimas mientras no se demuestre lo contrario.
-Las alas son poco más o menos que un velo manco. Son como los todoterrenos: innecesariamente grandes, caros y casi siempre están fuera de lugar.
-El sable es, mientras no se demuestre lo contrario, una exhibición de gimnasia. Avísame cuando acabe.
-Cualquier accesorio en una bailarina de la que no tenga más referencia me hace sospechar, de entrada, que no piensa que su cuerpo y su arte basten por sí mismos.
Ea, me despaché a gusto. Es así, me gusta ver una coreografía de sable tribal dentro de un espectáculo, o ver una entrada de velo, cosas así, momentos puntuales. Aunque piense que por lo general, sobran, quiero comentar una actuación muy notable que he visto ya dos veces: la de Raqs Al Farah.
Leonor actúa con la música en directo de dos percusionistas. Por lo tanto, como lo que están interpretando son ritmos en un estado casi puro, tiene poco sentido hablar de canciones o de coreografías, aunque imagino que Leo tiene secuencias completas en la memoria. Leo (y que me corrija si me equivoco) parece pensar en sus espectáculos en términos de qué ritmos quiere bailar en una ocasión determinada, y supongo que también piensa en cuánto tiempo quiere bailar cada una. Eso da una gran libertad, y además genera una organización mental y estética sencilla. Cada ritmo tiene su expresividad, su personaje. También, en ocasiones, su elemento. Por ejemplo, saidi igual a bastón y viceversa.
La visión que tiene Leo del bastón es purista y folklórica. Te crea una plantilla mental sobre cómo son y y cómo tienen que ser el resto de bailes con bastón que veas en tu vida. El personaje, la técnica, es todo sencillamente perfecto. Muchas veces, Raqs al Farah pasa directamente del saidi al ayoub. es decir, pasa de aquí:
dum TAK, dum dum TAK (buen rollito)
a aquí:
dum TAK dum TAK / dum TAK dum TAK (como para entrar en trance).
Se cambia el bastón por el sable, y el personaje, su caracterización, el tipo de movimientos, cambian de forma drástica y completa. El número de ayoub acaba con un trabajo de suelo que no siempre interpreta igual (ya dije que no eran coreografías) y que siempre que lo he visto me recuerda a un parto. Especialmente la primera vez que lo vi, no sé si era la intención del grupo pero era como estar viendo una escenificación de la Diosa Madre dando a luz al mundo. Se me ocurren pocas cosas más difíciles de ejecutar que esa clase de ondas pélvicas y shimmies, pero la concentración de sentimiento era tan grande que la dificultad era lo de menos.
Es decir: se justifica el uso de elementos porque hay una unidad completa carácter-estilo-ritmo-elementos-movimientos. Para menos que eso, mejor limitarse a lo básico.
martes, enero 20, 2009
Reseña de espectáculo: Raqs Al Farah
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1 comentario:
Hola!!
Acabo de descubrir tu blog por casualidad buscando información sobre el baladi.
La verdad es que siempre me ha gustado la danza del vientre y desde hace más o menos un mes estoy apuntada a clases y, lo cierto, ¡¡es que me cuestan algunas posturas! pero ahi vamos.
Me ha encantado la información que facilitas y desde ya estás agregada a los blogs de seguimiento!
Un saludo!
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