Arte y extrañamiento

Permitidme una pequeña lección de teoría sobre el arte en este día tan frío. Esto es una revisión de algo que escribí sobre el arte hace mucho tiempo, y en lo que todavía creo.

El arte es igual que la nieve.

Imagina un árbol, por ejemplo un álamo o un naranjo de los que tantos hay en Sevilla. Es bonito, pero siempre está ahí, igual a todos los demás naranjos de la ciudad, y eso significa que no lo ves porque no te das cuenta de que está ahí. Día tras día.

Una mañana, cae una nevada, la primera de tu vida. Sales a la calle y piensas "¡UAU!, mira eso!", y le haces un puñado de fotos al naranjo cubierto de nieve, el primero que ves. Si vivieras en Sierra Nevada, al cabo de unas semanas te acostumbrarías, y los árboles nevados no serían más que otro elemento del paisaje, pero conservarías las fotos y el recuerdo de ese "¡uau!". El arte se parece a eso, y bailar también. Es mostrar lo que todo el mundo conoce de una manera distinta y personal. Debemos convertir nuestro baile en algo tan expresivo como el primer día de sol o de nieve del año.

No quiero decir que el arte tenga que ser algo difícil. El arte no se compone de lo raro, sino de lo diferente, lo sorprendente, lo que muestra lo-de-siempre en otro color. Piensa en una persona que amas, y en cómo te hace sentir cuando te mira. Piensa en cómo intentarías decirlo si quisieras escribir un poema, sin utilizar las mismas imágenes y palabras que se han usado mil veces en otros poemas. Piensa en cómo bailarías ese sentimiento: ¿como tu profesora? ¿es que acaso amas como ella, y a las mismas personas que ella?

¿Se parece tu baile a algo que sólo tú sabes decir?