Dejando de lado danzas folclóricas que tienen unos pasos fijos siempre iguales, la danza oriental se puede bailar con y sin coreografía. A algunas bailarinas esto les puede sorprender porque en algunos estilos la coreografía o la improvisación son obligatorias, o casi. Generalmente, el uso de una técnica u otra depende del estilo.
En un espectáculo occidental, es casi imposible encontrar improvisación, por varias razones. Una es que estamos acostumbrados a que un espectáculo de danza sea una coreografía: es lo que ocurre en el ballet, en la danza contemporánea, en los musicales de Broadway, en todo. El flamenco es (o ha sido) una excepción, aunque cada vez menos. Una segunda razón es que en Occidente lo normal es enseñar a bailar mediante memorización de coreografías, y muchas bailarinas no saben improvisar. Por último, para nosotros es importante que los movimientos de la bailarina ilustren y subrayen la música, y esto se hace mejor con coreografía.
Un estilo occidental en el que la improvisación es casi obligatoria es el Tribal, un estilo americano del que hablaré en detalle otro día. Ahora sólo diré que el Tribal se baila necesariamente en grupo, y que es normal memorizar o repetir secuencias breves, coreografiadas, dentro de una improvisación.
En los países de origen de la danza del vientre, hay coreografía pero también hay improvisación. La idea es que el baile es expresión del sentimiento de la bailarina: en Occidente la bailarina actúa, y finge el sentimiento que la música expresa, como una actriz. En Egipto (por ejemplo), para empezar la música es en vivo. La música está al servicio de la bailarina, que baila lo que siente, lo que le pide el cuerpo. No todos los estilos son así, por supuesto, y en Oriente también hay espectáculos coreografiados, como los de Mahmoud Reda.
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