martes, febrero 14, 2006

Con y sin coreografía 3: En clase.

Hay miles de maneras de enseñar la danza del vientre en clases regulares. Respecto a la importancia de la coreografía o de la improvisación, estas son las tres cosas fundamentales que pueden ocurrir en una lección:

1: La profesora improvisa, y las alumnas la siguen como pueden.

2: La profesora baila una coreografía que ella conoce y las alumnas no, y éstas la siguen como pueden (esto puede acabar por convertirse en que todas practican una coreografía que todas se saben sin que la profesora explique nada).

3: La profesora repasa o explica paso a paso cómo bailar una coreografía.

Mi primera profesora sólo improvisaba de forma muy excepcional. En contadas ocasiones puso música y dijo "bueno, ahora bailad como os apetezca y yo miro", que era algo que casi todas las compañeras odiaban hacer. Lo que ocurría también es que la mayor especialidad de esta profesora era crear coreografías de nivel principiante: ahora me puede parecer que las primeras que aprendí eran sosas, repetitivas y esquemáticas, pero eso sí, eran sencillísimas, y fáciles de aprender. Casi como una tabla de ejercicios, una cartilla de parvulario. Lo mejor de aprender con un método así es que te da confianza: no llevas ni un mes en clase pero ya sabes bailar una canción de principio a fin. Lo peor de este método es que te da la sensación, quizá para toda tu vida como bailarina, de que bailar bien significa memorizar muchas coreografías y que la buena profesora es buena coreógrafa. Lo primero es falso, lo segundo simplista.

Mi profesora actual hace absolutamente de todo. Ayer hicimos el calentamiento habitual y previsible, que es casi una coreografía en sí mismo. Luego ella improvisó casi una hora. Por último, bailamos todas una coreografía que la profesora da por hecho que hemos memorizado ya. Otros días se dedican a repasar o aprender coreografías, incluso sin música para comprobar que la técnica es perfecta y que podríamos hacer los pasos a cualquier velocidad. Ahora mismo estamos repasando cinco coreografías al mismo tiempo, que además son de cuatro estilos diferentes (técnica de Mahmoud reda, que supone fusión entre ballet, egipcio clásico y egipcio popular; egipcio con una canción de aire pop; egipcio ni demasiado clásico ni demasiado folklórico; un solo de tambor). Lo mejor de esta metodología es que es muy completa, muy exigente, te enseña a tener cuidado con los detalles y a improvisar. No eres ni esclava de la coreografía ni te vuelves descuidada ya que en la improvisación mandas tú. Lo peor de este estilo es que desanima a las principiantes y a quien le desagrade no tener el control.

No creo que haya en Occidente profesoras que se limiten a la improvisación. Aprender a bailar sólo con improvisaciones te puede volver muy autocomplaciente. ¿que no te salen las ondulaciones? pues no las haces. ¿Que te cansas cuando haces un shimmy? pues los haces de pocos segundos. ¿que eres muy diestra o muy zurda? Pues gira siempre para el mismo lado. No se cuida la condición física tan bien como con una profesora que diseñe coreografías equilibradas y hay mucho menos espíritu crítico. Yo pienso que el extremo "todo improvisado" no es bueno, pero el extremo "todo coregrafiado" sólo es malo si la profesora no inculca a sus alumnas que hay un mundo más allá de la coreografía, para que lo sepan por si quieren investigar. Si viviéramos en Egipto, no saber improvisar nos volvería bailarinas cojas y mancas. Pero aquí en Occidente, a menos que tengamos intención de bailar al más puro estilo egipcio con música en vivo, la improvisación es maravillosa pero no imprescindible.

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