viernes, febrero 17, 2006

El sentimiento.

Creo que uno de los mayores problemas de la bailarina primeriza, o incluso de nivel intermedio pero no experimentada, es transmitir sentimiento y tener personalidad propia, individualidad como bailarina. Para ello es imprescindible tener una cara expresiva.

Cuando se aprende en una clase, normalmente estamos prestando mucha atención a realizar correctamente los pasos nuevos. Es difícil concentrarse en donde está cada parte de tu cuerpo. Pide permiso a tu profesora cualquier día para que vaya algún amigo o amiga a verte a la clase, y que os haga fotos desprevenidas, a la clase entera y a ti en concreto, sin que poséis. Si no tienes años de experiencia, verás como casi nunca tienes los brazos (o los pies, o las manos) donde sabes que deberían estar. Por eso, como estamos concentradas, no disfrutamos del baile de forma espontánea. No sonreímos. Lo único que sentimos o pensamos es "¿cómo se hace el paso siguiente?". Ponemos cara de estar a examen.

Las profesoras pueden tomar la expresión de la cara como si fuera un movimiento más. "¡Sonríe!" es un sinónimo de "¡junta los pies!", "¡Dobla las rodillas!". Instrucciones así son... un mal necesario, porque una determinada música o un determinado movimiento le inspira algo a ella, pero no necesariamente a ti. Tiene que ver también con la personalidad: hay bailarinas a las que les gusta sonreír, otras a las que les gusta adoptar un aire misterioso, o seductor, hay de todo. Sigue los consejos de tu profesora, pero no te sientas atada por ella, y sobre todo, no la imites. Resultarías artificial.

Entonces, ¿qué hacer? Pues como con todo en la vida, relajarse y practicar. Bailar delante de un espejo. Mírate a la cara. Piensa en la cara que pones cuando te miras al espejo y te has puesto guapa. Haz tu movimiento de baile favorito. Piensa en diferentes emociones que sientes cuando bailas, en la clase o fuera de ella: un aire seductor, o excibicionista, o simplemente la felicidad de desentumecer el cuerpo. Cada sentimiento se refleja en la cara naturalmente y algo "contagia" el movimiento del cuerpo. Es posible que en clase, practicando coreografías que ya conoces bien, un día te mires al espejo y te des cuenta de que lo sientes tan intensamente que es como si tu cuerpo estuviera contando una historia. Sonríe, y disfruta.

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