miércoles, diciembre 13, 2006

Una sugerencia para bailarinas creyentes

Puedo resumir mi opinión sobre la conexión entre la danza oriental y la religión, o la espiritualidad si lo preferís así, en una sencilla frase: La danza pudo haber tenido una conexión espiritual históricamente casi imposible de demostrar, y aunque este aspecto sea interesante, no me gusta que las profesoras lo metan en clase porque tu religión no es asunto mío. Dicho de otra forma, mi punto de vista laico sobre la vida supone que en un contexto público, todos somos ateos mientras no se demuestre lo contrario.

Pero supongamos que hoy somos creyentes. Cuanto más pienso en este tema, más creo que en su forma de actuar ante la divinidad casi todas las religiones son muy parecidas. Te reúnes con otros miembros de la comunidad (en misa, en la sinagoga, en la mezquita, donde sea), cantas cosas, escuchas una lectura del texto sagrado, rezas. Cuando estás en tu casa, a veces hay cosas que comes y cosas que no por un motivo religioso. Pides que se te proteja del peligro y que tengas buena suerte. Das gracias. Te pones ciertas prendas de vestir o adornos por respeto, para mostrar tu adoración, para que te protejan. Así que en el post de hoy, no asumas que estoy hablando de ninguna religión en concreto.

Hay religiones que tienen formas de adoración que no son con palabras. La meditación, por ejemplo. También existe la meditación en forma de paseo. Y por supuesto, hay danzas sagradas en muchas religiones. Una que está ultimamente poniéndose de moda es el Bharatanatyam, pero hay muchas más. Están los derviches, por supuesto. Ahora bien, ¿qué pasa cuando al creyente de una religión en la que no hay danzas sagradas resulta que le gusta bailar? Pues lo natural podría ser, que igual que adoras a tu dios o diosa con tus palabras, lo hicieras con tu movimiento. Hay mil motivos. Para dar gracias, o simplemente porque sí.

Si eres creyente, prueba este experimento. La próxima vez que vayas a clase, reza lo que más te guste antes de entrar en la sala. Tómate el calentamiento como una preparación, una relajación. Y cuando bailes, imagina que las coreografías son oraciones. Lo más natural es que sean expresiones de felicidad, pero piensa más en tus sentimientos que en las palabras que usarías para rezar. Si tienes experiencia meditando o haciendo ejercicios de respiración, eso puede ayudarte a concentrarte (¡tampoco quiero que tu profesora piense que estés distraída y me eche la culpa a mí!).

A mí, este ejercicio me ayuda a concentrarme, y a no desanimarme cuando creo que tengo mal día bailando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lei una vez una frase..."quien reza y canta dos veces reza" se referia a oraciones cristianas...pero es aplicable a todas, al menos desde mi punto de vista, como aqui hablamos de danza..dejemoslo en que "quien reza y baila tres veces reza" porque rezar, sea de la forma que sea es "mover energia" (siempre hablando desde el punto de vista de mi religion, que es el paganismo) y que mejor forma de "mover energia" que bailar??