Kamra comenta en una entrada reciente que quienes ven sexo en la danza oriental tienen miradas sucias. Esto me recuerda otro intercambio con otra compañera de trabajo distinta.
(bar-discoteca)
Yo: ahora lo que me pasa a mí al bailar es que todo lo bailo como si fuera danza oriental.
Compañera, con mirada de susto y sorpresa: ¡Pues ten cuidado!
Y yo me pregunto: ¿cuidado, de qué? Evidentemente ella quería decir "esa no es una buena costumbre porque resultará muy sexy y la gente se hará ideas equivocadas". Lo dijo con su mejor intención y probablemente tenía razón en aquel contexto en el que estábamos. Pero me da pena que mucho Shakira, mucha tontería, al final siguen siendo las cosas como han sido siempre: una mujer que se mueve es una invitación explícita al sexo. Eso sí es una lástima.
viernes, diciembre 26, 2008
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5 comentarios:
Ayer mismo tuvimos una clase teórica, sobre orígenes y bailarinas clásicas, y hablamos, y coincidimos, a Danza Oriental es sensual, y sexual, pero no sexual para calentar a los hombres, es sexual en el sentido más amplio de la palabra, es cálida, femenina, llena de vida... y el que mire con vulgaridad la ejecución de una ocho técnicamente perfecto, y bailado con sentimiento, en fin, a ese baboso (porque generalmente la falta de respeto proviene de hombres en este mundo), bueno,ese tio se pone igual con una mujer dando una conferencia, vamos que hay opiniones que no cuentan.
"Sobre sandeces y feminismos new age".
Vamos a ver. Soy hombre, heterosexual, 35 años, y profesor de historia, especializado en Edad Media, y por tanto también en cultura oriental y árabe. Digamos que estoy hasta el mismo gorro de escuchar o leer sandeces y tonterías sobre estos temas.
1- De machista tengo lo que de cura: mi familia ha sido siempre un matriarcado, rodeado felizmente de madre, abuela, hermanas, sobrinas, y un padre bastante adelantado a su época en cuanto a favorecer las trayectorias profesionales de mis hermanas. Mi mujer puede también atestiguarlo: habremos podido discutir de muchas cosas, pero nunca he puesto en tela de juicio su papel o rol de mujer moderna, su valía profesional o sus aficiones, una de las cuales es la danza oriental, afición QUE COMPARTO, y que he aprendido a conocer, querer y apreciar junto a ella.
2- La danza oriental es eminentemente sexual y sensual. Porque, contra la corriente que prima el atribuir sus orígenes en lo folklórico, una gran parte de sus ritmos, pasos, etc, se gestaron entre las odaliscas de los harenes mamelucos de Egipto u otomanos de Turquía... Pero claro, eso no queda moderno, feminista, autorrealización, etc., que es el rollito guay que se vende ahora en muchas academias y seudoacademias. Academias, todo sea dicho de paso, en las que la danza árabe, el bollywood, el yoga, y todo un abanico de exóticas disciplinas se ofrece al público occidental en un totum revolutum abigarrado, kitsch, y a menudo indocumentado y poco auténtico. Como comerte un kebab o comprarte una teterita en el mercado medieval, vamos. Sin comentarios.
3- Cuando yo miro en una actuación en directo o un DVD a una bailarina de danza oriental, no sólo miro su técnica, su comprensión del ritmo (sea un maksoum, un masmoudi sagayir o baladí, un fellahi, etc) y el lenguaje corporal, la correcta ejecución de una hakala, la presencia en el escenario,etc. Veo también a la mujer, su belleza, sus formas, y la sensualidad que emana, que narices. Pero de ahí a lo que se comenta por aquí hay un trecho. Con rudeza y sin ambages: si quiero ponerme cachondo, regalo a mi mujer un conjunto de lencería bonita, y lo celebramos juntos, o me miro una pelicula porno, que ya no tengo doce años, y estamos en un país moderno.
4- Conviene aclarar que he tenido que aguantar que intelectos privilegiados en este mundillo de bailarinas al que sigo a mi esposa como acompañante, me espetasen que mi gusto por las bailarians libanesas me venía "por ser hombre", con todas las insinuaciones negativas habidas y por haber (cuando mi motivo real es que las egipcias me parecen sosas...). Y lo peor es que esta bailarina las consideraba poco más o menos que unas putas. Esto confirma mi opinión de que el peor enemigo de la mujer es la propia mujer. Ganas me dieron de responderle que en el actual Egipto islamista, cuna de la variante que ella tanto admiraba, ella no sería mejor considerada, pero opté por el silencio educado y cómplice. Supongo que la situación a la inversa sería tachada de machista, y la mujer afectada por ese comentario pondría el grito en el cielo. Pero como ella era mujer y yo hombre, a joderme y aguantarme, y de paso a darme unos latigazos en penitencia por mi cromosoma XY.
En fin... Lo dicho, sandeces y tonterías. No digo que no haya babosos cortitos de luces que vean una chica bonita bailando danza oriental, con el corpiño y la falda, y se le hagan las meninges liquido blanco (uno así me tocó al lado en la Complutense viendo una actuación de Bharata Natyam, y no pude dejar de pensar, puajjj!!). Pero eso es asunto de ellos. Por cierto, si alguna niega el carácter sexual o sensual de esta danza, le recuerdo de donde procede -el mundo islámico-, y el papel que tiene la mujer allí. A lo mejor no se sienten tan feministas y de buen rollito...
PD: Me chifla el bastón, el sable, el doble velo y las alas de Isis. No son ni mucho menos una excusa para bailarinas poco dotadas. Son el colofón y remate a unas habilidades bien adquiridas. Si te parece que el sable es gimnasia y no baila, mira una actuación de Morgana. Y en cuanto al doble velo, desfoga tus frustraciones en un psicoanalista, no eches la culpa a dos trozos de tela.
MAS'SALAMA LUCAS!!!!
Y.... ¿yo he dicho exactamente qué para que digas todas esas cosas, Hayt?
Yo pienso que la danza oriental tiene que tener un origen múltiple, folklórico o lo que sea, la verdad es que en general me da igual. De lo que estoy hablando en ésta y otras entradas recientes sobre la cuestión danza-y-sexo es sobre la actitud de conocidos míos que ni bailan ni son público acerca no sólo de la danza oriental sino de una actividad tan poco sexy como el footing. No pienso que la danza oriental sea una cuestión espiritual (sobre eso he escrito, y bastante, y he evitado dar clase con profesoras místicas), y creo que sí, que es sensual y sexual, pero que desde el punto de vista del lego-en-oriental, daría igual que hiciéramos aerobic.
Veo también a la mujer, su belleza, sus formas, y la sensualidad que emana, que narices. Pero de ahí a lo que se comenta por aquí hay un trecho.
¿qué es lo que se comenta por aquí? No entiendo qué es lo que he dicho que pudiera resultar ofensivo, ni contra ti ni contra los hombres en general. En esta entrada concreta del blog, hablo de una mujer (ahí pone "Compañera", con A) que me dijo que no bailara con movimientos como drops de cadera para que no provocara a la gente del bar donde estábamos. La que tenía un problema era ella, no yo, y supongo que tampoco la concurrencia del bar.
¿que desfogue mis frustraciones en un psicoanalista? Bueno, este blog está precisamente para desfogarme.
Estimada Nia:
Quizá la última afirmación del psicoanalista haya sido un poco agria, y por ello pido disculpas (nunca se me han caído los anillos por hacerlo). Lo que pasa es que deberías releer algunos de tus post, en especial los relacionados con el doble velo, y las disciplinas del sable, alas de Isis, etc. Toda persona tiene derecho a su opinión, y siendo tu blog, más que nadie, el scatergoris es tuyo. Pero opinar de manera tan taxativa y dogmática, en plan "esto y esto, punto y final" no te beneficia en nada, ni a tí ni a la calidad de tu blog. En fin, doctores tiene la iglesia.
Sin embargo, me mantengo en mis trece sobre la actitud cerril y dogmática de algunas (y no pocas) bailarinas en cuanto a sus gustos y la defensa que hacen de ellos: que si el estilo egipcio, el libanés, el folklórico, y no digamos el debate tribal-sí, tribal-no de algunas puristas que lo ven una aberración made in USA digna de una fatwa (decreto condenatorio en el clero islámico) que riete de Salman Rusdie. Como también el hecho de verme, al acompañar a mi mujer a actuaciones, intensivos, etc, por ahí, como una especie de bicho raro... por saber o interesarme tanto como ellas por este mundillo y este arte, y hacia mi mujer una especie de reconcomio, supongo que por el hecho de tener algo que ellas nunca tendrán: el compartir COMPLETAMENTE su afición a la danza oriental con sus parejas. El hombre es el gran excluído en este ámbito, y más en Occidente: todo lo más, adaptaciones en varones de los movimientos femeninos (lease Zuel y otros ejemplos) que no me gustan lo más mínimo. Hay una danza árabe masculina basada en el folklore, desde el gran Mahmoud Reda, maestro de maestros, a gente como Adam Basma o Mohamed el Sayed, pero esas disciplinas no llegan aquí. Que se le va a hacer.
En cuanto al buen rollito, tipo realización de la mujer, y consumo estereotipado de cultura oriental descafeinada, no has entendido lo que te decía. Nada de "maestras místicas" (que las hay, desbarrando con chakras, danzas del espíritu, danzas duende, y danzas yo que sé). Que va. Prefiero que sea el gran Shokri Mohammad, maestro de Eva Chacón, Julia García "Nesma", Gloria Alba y otras leyendas españolas, el que hable por mí:
"En consecuencia, algunas de ellas han elegido la danza oriental como profesión, es decir, que parte de sus ingresos proceden de este arte. Podemos encontrar que una mujer sea asistenta social por las mañanas, y bailarina en los restaurantes árabes por las noches y, aunque nunca pensara dedicarse profesionalmente al baile cuando comenzó a practicar este arte, al ver mejorar considerablemente la situación económica de otras compañeras, se inclinó por vivir la experiencia adquiriendo el traje de baile, incluso antes de terminar un periodo de prácticas.
Este tipo de bailarinas daña gravemente la imagen de la danza oriental, y de sus compañeras profesionales. Cuando la mujer occidental se pone el traje de danza y, nada más escuchar música árabe comienza a bailar, todos los espectadores, sean conocedores del baile o no, elogian su actuación creyendo que lo ha ejecutado adecuadamente. Ante esto, la bailarina toma una postura de excesiva confianza, que puede derivar en arrogancia y en verse a sí misma como la bailarina sagrada de un templo. Los ánimos o alabanzas expresadas por las compañeras la conducen a vivir una falsa realidad, hasta llegar el día en que contempla a otra bailarina actuando con verdadero arte. Entonces se despierta de su sueño, pero aún así, no reconoce su escasa base técnica y sigue engañándose, aceptando cualquier actuación o sueldo, ya que le basta con alimentar su orgullo.
Esta problemática suele plantearse entre el gran número de aficionadas que se han incorporado a la danza deslumbradas por el espectacular traje de baile, la puesta en escena, las ovaciones, o, simplemente, para dejar volar su imaginación. Además, no admiten ninguna diferencia entre ellas y las bailarinas especializadas, ya que ambas bailan, lo cual puede conducir a una guerra interminable.
Los celos profesionales parecen ser un aspecto irremediable en ciertas mujeres y en el mundo artístico en general. Cuando baila una mujer, mi vista se suele fijar, más que en ella, en las miradas que la dirigen las otras asistentes al espectáculo, las cuales inspiran un voluminoso tratado de psicología sobre admiración, rivalidad, celos, asombro, extrañeza, amor y odio. Al finalizar, llegan los saludos, los besos, los elogios, y las ovaciones. Ante estas muestras, permanezco siempre en profundo silencio, pues la realidad es bien distinta a las cortesías expresadas, y no me resigno a que todo ello forme parte inevitable del ambiente del baile. En ocasiones, he conseguido establecer una atmósfera adecuada de amistad, comprensión y colaboración entre grupos de bailarinas, ya que siempre hay alguien dispuesto a cooperar en esta tarea por su ética y educación, pero en muchas más fracasé ante la existencia de otros que carecen de dichas virtudes. Establecer una relación afectuosa entre un grupo de estudiantes que practican la danza oriental es muy difícil, a pesar de sus frecuentes encuentros en fiestas y cursos organizados. Esto es algo que he podido observar a lo largo de mi carrera, máxime cuando residí en diversas ciudades de los países árabes de Oriente Medio, en donde las bailarinas desarrollaban su arte en permanente disputa y desafío, rivalizando por el estilo de baile, el traje, o el tipo de música, siempre en contínua competencia cuando una mujer cree ver en otra a una posible rival..."
Creo que las palabras de Shokri Mohammad son lo suficientemente elocuentes por sí solas. El ser humano es el mejor es epectáculo del mundo. Cuando asistas a tus clases, a intensivos, en tu localidad o en otras, abre los ojos y observa. Nada de maestras espiritualistas o místicas: a menudo en las maestras "normales" puedes encontrar en su manera más descarnada todo lo contrario de lo que se predica como máxima de sus escuelas (desarrollo armonioso de la personalidad, estilo de baile no competitivo, etc). Eso es lo más triste.
Espero que saques tu enseñanza de estas líneas del maestro.
Un atento saludo. Hayt.
Bueno, hayt, en verdad parece que los dos pensamos de manera parecida, y que quizá en tu primer comentario te pensaste que cuando yo hablaba de tal o cual persona malintencionada o ignorante me refería a los hombres en abstracto.
Si has leído unas cuantas entradas de mi blog, te habrás podido encontrar referencias al "Habibi"; mi marido prefiere que lo mencione lo menos posible, pero él es otro como tú. Le encanta ver el baile aunque sólo sea porque yo me lo paso bien.
Sobre lo del tribal sí / no, yo más bien me he encontrado tribaleras que discuten sobre qué es exactamente el tribal. ¡Disidente! :D
Creo que el problema de la "bailarina semiprofesional a tiempo parcial" se debe a que el oriental está de moda y también a que es difícil encontrar una actividad física saludable y divertida a la vez. Antes de bailar yo hacía judo, y antes, gimnasia específica para mis problemas de articulaciones. No hay color. Sería fácil caer en la tentación de intentar sacarme dos durillos que me alcancen para pagarme el próximo intensivo, pero paso. Más o menos por los argumentos que da Shokry Mohammed, sólo bailo en público en galas benéficas.
A seguir bailando!
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