sábado, noviembre 15, 2008

Reseña de espectáculo: Garnata

Vete a por un café porque esta entrada va a ser un pelín larga.

Ayer estuve en Granada (tres horas de camino gracias a las obras y los atascos: eso es pasión por la danza) para asistir a Garnata, un espectáculo organizado por Helena Rull. El programa era variado en estilos y en niveles de las participantes, que iban desde estrellas de este invento, como Munique Neith y la propia Helena, a un nutrido grupo de alumnas de la escuela de Helena Rull.

Para empezar, el precio de la entrada era ajustadito: diez euros por una gala con profesionales. Se logró el lleno total (el aforo debía ser de aproximadamente 300), y además por lo que vi, a pesar de que había muchas alumnas el público no eran precisamente sus familiares. Es decir: Granada da de sí para esto, más o menos al mismo nivel que lo que tenemos visto por Sevilla. La organización fue muy buena para lo que son estos casos: muy poco retraso, y muy pocos problemas de luces y sonido.

Antes de comentar las actuaciones de una en una, quiero señalar que en ningún momento, ninguno, tuve esa sensación que he descrito repetidamente de actuaciones que amontonan elementos de dificultad o golpes de efecto. Dificultades hubo, por supuesto. Pero las coreografías no eran, o no parecían, una sucesión de dificultades.

Por decir algunas cosas que yo mejoraría, no me gustó que a muchas bailarinas con el pelo suelto no se les veía la cara. Aparte de que no me gustan nada, nada, los flequillos caídos sobre la cara, muchas bailarinas lucían unas melenas preciosas, pero que por llevarlas sueltas, les tapaban la cara, quitándoles expresividad. Unas horquillitas o una diadema en plan princesita como las que usa Jillina habría resuelto esto; por otra parte, en una conversación en los servicios, parece que hay gente a la que le da igual ver o no la cara de la bailarina. Me sorprendió mucho.

-Munique tardó en convencerme. Bailó tres números: dos con entrada con velo, en el segundo caso muy breve (la entrada, no el número), y un solo de percusión. El segundo número, "Salwa", era el más complejo de los tres porque alternaba momentos lentos e íntimos con momentos de alegría y comunicación con el público. Ése fue el que más me gustó. Me pareció muy entretenida y espectacular su combinación de la expresividad desbordante, sobreactuada, del estilo Cairo-contemporáneo-en-plan-Dina, con el virtuosismo técnico del Cabaret.

Creo que me encantaría asistir a un intensivo de Munique aunque su estilo de bailar no sea mi favorito, porque tiene un dominio de la técnica excepcional. Sin embargo, en ocasiones me parece que sus movimientos están como desconectados entre sí, bordeando peligrosamente ese aspecto de tabla de gimnasia. En la primera canción, por ejemplo, es la primera vez en mi vida que me gusta más una entrada con velo que el baile sin él. Aparte, me gustan los elementos de dificultad ejecutados como si no importaran: ahí, los pliés de Munique son muy graciosos y un buen ejemplo de cómo hacer un paso difícil, pero en cambio, cuando hace un shimmy lo mira, estropeándolo, en mi opinión. Supongo que es cuestión de gustos, y que hay más gente que aprecia el control corporal y la velocidad más que yo.

-De Helena Rull me gustó la variedad de sus registros. La vimos en un solo de percusión, una improvisación con bastón, y con alas, además de en los números de la copmañía Hayati.

El solo de percusión estaba ejecutado al estilo más árabe/clásico que occidental, es decir, no marcaba todos los dums y taks. Este arte de moverse poco requiere una gran expresividad y originalidad coreografiando, y me encanta, aunque para abrir el espectáculo yo habría invertido el orden: primero la pachanga (es decir el bastón) para hacer al público entrar en calor, y luego la percusión. El número con bastón, simplemente perfecto. Impresionante. Es la mejor interpretación del origen de este baile que he visto en mi vida: se trata, se supone, de una parodia de la danza masculina, ¿no? Pues Helena lo baila con sentido del humor, coquetería, golpes en el suelo que son un calco de los de la danza para hombres, pasitos infantiles, pasitos sexys... La última vez que vi bailar bastón así fue a una ex-miembro de la Egyptian National Folk Troupe, hace más o menos cinco años. Se nota que Helena presta atención a los aspectos culturales del baile. Eso no quiere decir que sea necesariamente purista, porque remató su contribución a la gala con un número de alas de Isis, el elemento menos puro y auténtico de la danza oriental, que yo sepa. Al Habibi le gustó mucho la música de esta última pieza, un corte intrumental triste con aire de banda sonora.

-El Grupo Odalisca es el grupo de alumnas no profesionales de Helena Rull. Veo en su web que sólo actúan en espectáculos sin ánimo de lucro, algo que me parece muy bien para grupos de alumnas. En esta actuación, que sí era lucrativa, sus actuaciones compusieron la cuarta parte de la gala. Al contrario que en otros espectáculos que he visto y no mencionaré, la presencia de alumnas no desmerecía en absoluto del conjunto, porque bailaban bien, con buena técnica, con frescura y expresividad. Se notaba que eran alumnas de alguien (vi la actuación sin leerme el programa) porque no vestían todas iguales. Si hubieran vestido todas igual o todas coordinadas, habría pensado que eran un grupo de profesionales reestrenando una coreografía de nivel intermedio, por ejemplo en un homenaje a su profesora. El número estaba muy bien coordinado y tenía un pequeño grado de interaccione entre las bailarinas, algo que se suele echar de menos en los números amateur por las razones que apuntó Laire. En el tercer número, esta dificultad se salvó con el efectivo truco del "corrillo gitano", con las alumnas saliendo al centro a bailar, en turnos.

El segundo y el cuarto número de Odalisca pusieron a nada menos que quince bailarinas en el escenario. Ahora bien, nada que ver con otros intentos de poner a una clase entera a bailar a la vez. Las bailarinas estaban organizadas en tres filas, con las de detrás bailando con velos movimientos ligeramente diferentes de los de las de delante. Se notaba perfectamente que era un número para una gran cantidad de bailarinas (por ejemplo, dos filas de cuatro, como mínimo) y no un solo ejecutado por 15 personas a la vez. El cuarto número era parecido, con el detalle de que a media actuación, las ocho bailarinas del fondo salieron y entraron siete para pasarles unos bastones a las siete que quedaban. Todo eran pasos sencillos pero el efecto era espectacular, mucho más lucido que cualquier gala de alumnas. En este plan, voy encantada a ver recitales de principiantes el mes de Junio entero.

-Hayati es la tercera contribución de Helena Rull al espectáculo: su grupo de profesionales. Si no tengo notas tomadas de este número, debe ser porque no quise dejar de mirar..... Sobre los números individuales de sus componentes, disfruté mucho con el precioso (realmente precioso) número con velitas de Manuela. Carmen J bailó uno de los solos de percusión más difíciles que he visto en mi vida, una cosa extraordinaria, aunque quedó algo estropeado por su... ¿seriedad? Me recordó a cuando mi primera profesora nos decía a su puñado de principiantes "vale, os sale perfecto. Ahora lo vais a hacer igual, pero sonriendo".

-Paloma Cortés realizó un número de doble velo en el que me encantó la combinación de colores entre los velos y el traje (rosa muy claro-teja-esmeralda). Luce una impresionante técnica de giros, y justo cuando yo estaba a punto de apuntar que echaba en falta chispa y expresividad, salió como un hada de debajo de los velos y acabó su número de forma mucho más personal, conquistando al público (y a mí, de camino).

-La compañía Mabruk bailó un número muy divertido con mucha mímica, la intervención con más humor de toda la gala.

-Finalmente, Helena (no es Helena Rull) interpretó un solo de tribal con unos elementos hindúes muy bien encajados. Confieso que me he tirado media hora rastreando el google buscando información sobre ella y de lo único que me he enterado es que es de Vélez-Málaga. ¿Alguien me pasa algo más de información? Su interpretación es la segunda vez que veo un cántaro o jarra usado como elemento; la primera vez fue con Hala así que me resultó muy curiosa la diferencia en el uso de este objeto para crear un mínimo hilo argumental y construir personajes. Al Habibi le gustó; a mí me gustó tanto que eché en falta compañía para Helena en el escenario. Tribu, vaya. ¡Y quiero su música! ¡Por favor!

Para finalizar, una recomendación: El Bar Mesón Sierra Nevada, en una bocacalle frente al Centro Cívico del Zaidín, sirve unas albóndigas muy ricas y no cierra la cocina hasta las doce, algo que se agradece si entraste en el teatro a las nueve de la noche y es tu estómago el que pega saltos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola! A veces paso por aquí y hoy he pensado que no estaría mal enviarte el meme. Para conocernos más ;-)