martes, diciembre 19, 2006

Aquella vez que bailé en una iglesia.

Os dije una vez que os contaría si érais buenas lo que pasó cuando bailé en una iglesia. Como sois unas niñas muy buenas, esta es la historia.

Yo estaba viviendo en una Universidad de Estados Unidos y tenía mucha relación con una iglesia llena de gente con inquietudes muy interesantes. Alguien dijo durante el invierno que la primera semana de Mayo era la Semana Nacional (Mundial?) de la Danza, y que sería interesante celebrarlo. El 1 de Mayo, un día festivo en varias religiones, casualmente caía en Domingo. Yo llevaba bailando escasamente ocho meses (ay, la valentía de los principiantes....) y me ofrecí para organizar algo.

Mi amiga Liz también bailaba, y entre la reverenda (no hay palabra para decir "mujer-cura" en español, ¿verdad?) y nosotras dos decidimos que lo mejor era que bailásemos una especie de coreografía semi-improvisada durante el Ofertorio, y que animáramos a la congregación entera a bailar como quisieran durante el himno final que cierra la misa. El Ofertorio es una parte de la misa en la que el cura bendice una serie de cosas y la congregación canta un himno que suele tener como mensaje que entregan sus bienes materiales y espirituales, y sus esfuerzos, a Dios, pues "Ofertorio" es lo mismo que "ofrenda". Nuestro baile debía ser entendido como una entrega a Dios del cuerpo, en lugar de lo habitual que era a mi modo de ver la ofrenda de la mente, en la canción.

La música fue un lujo, porque la organista de la parroquia había vivido en Senegal, conocía la percusión africana, y tenía un djembe con el que aprendió en pocos días a seguir los ritmos de algunas de mis canciones árabes. Enseguida le cogió el punto al Saidi, por ejemplo.

Algunas cosas prácticas fueron fáciles de resolver. Liz se puso unos pantalones negros discretos y una camiseta roja, con un pañuelo de monedas fucsia. Yo me puse un vestido rojo y un pañuelo de monedas morado; los pañuelos nos los pusimos en la sacristía unos segundos antes del Ofertorio, en un momento en el que todo el mundo estaba distraído con otra cosa.

La estructura del baile fue muy sencilla: no podía ser de otra manera porque ambas éramos principiantes, sobre todo yo. Con un círculo imaginario en el suelo, entre la gente y el altar, una bailaba de cara a la gente y la otra de cara al altar, durante pocas frses musicales; esto se alternaba con un ritmo mucho más rápido, que usábamos para desplazarnos por el borde de nuestro círculo imaginario a la posición donde estaba la otra, utilizando algún movimiento que se pudiera combinar con un shimmy. Es el único experimento que he hecho nunca con improvisaciones dentro de una estructura.

En la congregación la idea gustó mucho, y como la capilla daba a una recepción bastante amplia, en los meses siguientes hubo algunos días en los que en el último himno, quien se atreviera bailaba en el pasillo, en la última fila, o justo fuera de la capilla, en la recepción.

Como experiencia de bailar en público, fue estupenda para mí, porque era la primera vez que lo hacía fuera de la clase, y gustó bastante, aunque claro, el público eran todo amigos y su opinión no iba a ser objetiva!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que interesante,y que atrevida.
Cuanto tiempo ha pasado desde entonces? Lo harias ahora que tienes mas experiencia?
Jo! yo soy tan timida que me pareceria increible levantarme y ponerme ha bailar en publico.
Un beso

Anónimo dijo...

una experiencia muy curiosa e interesante.

N e j s r e t dijo...

Es lo bueno de las culturas abiertas de mente... me pregunto qué pasaría al intentar hacerlo en una misa "española".

Anónimo dijo...

Yani, esto ocurrió hace ahora año y medio. Y ahora creo que lo repetiría si todas las circunstancias fueran muy parecidas. Aquello no era un espectáculo, sino una acto religioso festivo pero serio, y además la congregación no era grande y todo el mundo se conocía. Algo que no creo que me atreviera a hacer ahora, por ejemplo, es bailar en público en un festival como sí hice un mes más tarde de esto.

Anónimo dijo...

Nejsret, temo desilusionarte pero esta cultura Estadounidense no es tan abierta de mente como queremos pensar......


Nia, nosotros tuvimos la hafla el mes pasado, mi primera desde que estoy aprendiendo la danza, y desde ahi me ha quedado el bichito de las presentaciones.....el martes pasado los musicos de mi academia hicieron un jam...asi que fui a curiosear, y por si acaso lleve mi mochila con un traje.....asi que cuando fueron llegando los musicos uno a uno, con sus percusiones, y otros instrumentos, uno hasta toca el didgery doo creo que asi se llama, me puse mi trajecito y a sacudir se ha dicho!!!!!!!!!! Me encanta que tenemos nuestros musicos que nos colaboran cada vez que necesitamos, hasta nos van a grabar un cd con musica exclusiva para nuestra troupe....y era yo solita bailando...me diverti como enana!!!! Estos musicos acompanan a la troupe en desfiles y presentaciones, es super divertido. La ventaja es que la esposa de uno de ellos baila con nosotros... Ah, ya no puedo esperar al proximo desfile en abril para la Procesion de las Especies...... va a ser tema marino.

Anónimo dijo...

Nejsret, este no es el lugar para un buen análisis de la ideología americana, la española, y sus respectivas relaciones con la religión. Estados Unidos no es un país o una cultura "abierta de mente". Es un país donde coexisten muchas culturas diferentes. Piensa que tiene 300 millones de habitantes (más o menos la mitad que Europa) y eso da para mucho. Además, los americanos son las personas más religiosas de todo el mundo civilizado (el 30% de la población va a un templo periódicamente por su propia iniciativa, es decir, no a bodas y funerales). Por ello, en Estados Unidos hay iglesias (y mezquitas, y sinagogas, y lo que quieras) progresistas, conservadoras, y todo lo que queda en medio.

En España, si te juntas con la gente adecuada, es posible encontrar personas y comunidades religiosas abiertas a cambios en la tradición. Y hay tradiciones católicas muy festivas, como por ejemplo las misas rocieras.