Hace poco he visto por unos segundos en televisión bailando flamenco a dos mujeres que no podían ser más diferentes: Sara Baras y La Farruca. Para algunos, la imagen mental de una mujer bailando flamenco es una gitana algo mayor, e inmensa. Bien gorda. Para otros, es justo lo contrario. Pues en la danza del vientre es igual: hay de todo.
Por puro sentido común, una profesional que baile un mínimo de una o dos horas diarias no puede estar gorda: está quemando demasiada energía. Puede estar llenita, redondita, si esa es su constitución. Lo que ocurre es que es posible ser una bailarina excelente estando gorda (si es posible practicar, y practicar, y practicar hasta ser excelente, y aún así no quedarse delgadita y musculosa): a diferencia del ballet, la danza contemporánea, la gimnasia rítmica, o el musical estilo Broadway, por poner algunos ejemplos, el peso no va en contra de la bailarina oriental.
Al igual que en flamenco hay muchos palos, y unos van bien con un cantante y otros no, el tipo físico de la bailarina dicta que algunos movimientos lucen más que otros. Una bailarina gorda o de carnes blandas (que no es lo mismo: se puede estar delgada y con el músculo sin tonificar) puede vibrar mucho con poco esfuerzo. Es decir: el mismo movimiento rápido produce en una bailarina fofa mucha más vibración que en una bailarina atlética. Esa bailarina atlética de músculos definidos probablemente tenga más gracia y elegancia al mover los brazos y al realizar ondulaciones. Además, una falda de talle bajo y que enseñe la zona central le sentará mejor a una bailarina que, con o sin barriga, tenga la cintura estrecha. La bailarina de cintura ancha o caderas estrechas tendrá que mover las caderas con más energía para que su trabajo se vea bien.
Más ejemplos de cómo la figura influye en el baile: una bailarina de poco pecho y otra que lo tenga abundante tienen la misma musculatura, pero la primera podrá sentirse más cómoda al realizar movimientos de la caja torácica. El mismo movimiento, que en esa bailarina parece correcto técnicamente, atlético, elegante, en la segunda bailarina resultará mucho más sensual, y más descarado.
Una bailarina alta y esbelta puede sentirse torpe, y puede que tenga que luchar contra años de intentar encogerse, pero una vez que supera los complejos, las ondulaciones de cualquier parte del cuerpo le lucen más. Una bailarina más bajita ondula menos, pero los ojos del público no se distraen con tanto brazo y tanta pierna, así que podemos concentrarnos en el trabajo de las caderas.
Las mejores bailarinas que he conocido tenían cada una un físico diferente. Sin dar nombres, por ser diplomática, puedo poner como ejemplos a una mujer muy bajita; a otra perfectamente plana de pecho, pero nada plana de todo lo demás, y de cintura y caderas casi iguales; a una alta y atlética, con el culo bajo; a una redondita, no gorda pero sí con las caderas anchas. Y como cada una conocía muy bien su cuerpo, bailaba en el estilo que le resultaba más natural, y siempre estaban estupendas.
Así que, ¿las gordas bailan? por supuesto. Pero a las canijas, las dejamos que bailen también.
martes, agosto 16, 2005
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4 comentarios:
Hala, pues...a bailar!! :)
Esta muy bueno ese articulo......
el tema es aceptar el cuerpo, los limites que nos ponemos nosotros mismos, Sentir placer albailar es lo maximo.
Isabel
Que bonito que se hable así de bien de la Danza Oriental. Felicidades concretamente por este artículo, es fantástico y comparto absolutamente todo lo que dices.
He visto chicas con un cuerpo 10 (segun la moda actual) con tantos complejos que no disfrutaban del todo al bailar, por lo tanto, no hacían disfrutar, sin embargo, a chicas tan contentas con su cuerpo que no te cansas jamas de admirarlas.
Un abrazo,
Ilina
Holaaa!! Soy gorda y me encanta bailar así que... a bailar se ha dicho!!
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