A las bailarinas de danza oriental nos suelen gustar los adornos. Para la cintura, hay dos elecciones básicas: los flecos y las monedas. Los flecos se mueven más, y las monedas hacen más ruido.
Las monedas, en mi opinión, ayudan a aprender a aislar la parte superior del cuerpo. Ya sabes: ¿puedes hacer vibrar los hombros, o girar la caja torácica, sin mover la cintura? Si llevas monedas, son unas chivatas. Los flecos también, pero sólo para el público, no para ti. A la mayoría de las compañeras que me he encontrado les gusta el sonido estrepitoso de las monedas cuando vibran porque tú quieres. Un solo de percusión, tú vibras y a la darbuka la acompaña tu tintineo. Sirve también para captar el ritmo de la profesora. La ves moverse, la oyes vibrar.
En mi escuela de este mes están prohibidas las monedas, precisamente para no distraer. La profesora no quiere tener el ruido de diez personas moviéndose a diez velocidades diferentes añadidos a la música. Me gusta mi pañuelo de flecos más que el de monedas, pero no me gusta una clase entera sin tintineo porque no estoy acostumbrada a que mi profesora vibre y yo no la oiga.
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